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En los momentos difíciles, dar el salto hacia decisiones certeras, lo más importante es estar preparado para el riesgo. Es una caída libre y a veces no puedes encontrar donde agarrarte. Por desgracia, ante la toma de decisiones hay que lanzarse.
No puedes poner un pie en la embarcación y mantener el otro en tierra firme. El fracaso por no tomar decisiones no es una alternativa aceptable. Las dudas y temores están bien, pero no el fracaso por la indecisión.
Tener una empresa de éxito es como tener un coche deportivo. Si pisas el acelerador, el negocio se acelera; si pisas el freno, todo se para.
Recuerda que todo lo que le sucede a la empresa es resultado directo de lo que hacen quienes toman decisiones en ella y no de lo que hizo alguien tres escalones más arriba u otros tantos más abajo.
Las cosas suelen tomar hasta tres veces más tiempo y cuestan al menos dos veces más de lo que esperabas.